jueves, 15 de octubre de 2009

¡Súbete al progreso!


El Metro colapsó por segunda ocasión en menos de un mes y el lúcido sub-director de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), ingeniero Leonel Carrasco, señaló que los dominicanos usuarios del servicio deberán acostumbrarse a la situación. La obra cumbre de Leonel Fernández, puesta en marcha en noviembre del 2008 empezó a cancanear.

La contumelia del ingeniero Carrasco raya en el histrionismo, ¿será por eso que en Villa Juana se ha tornado indeseable?

Mientras ello acontece, el Gobierno Dominicano emprende de manera sigilosa la construcción de una segunda línea, que deberá estar en funcionamiento antes de las elecciones generales del 2012. Se anunciaron nuevos ramales, hasta seis, que serán fuente inagotable de recursos fáciles para la administración de turno. En medio de lo absurdo de la sociedad dominicana no dudo que Leonel Fernández pretenda mantenerse indefinidamente en el poder.

El tren urbano que recorre menos de 10 kilómetros se inició pese a todos los antagonismos, sin agotarse las posibilidades para hacer eficiente el transporte público en la ciudad de Santo Domingo y para desgracia de todos, sin estudios precedentes. Ello demuestra la celeridad y el fin de todas las instancias. En su inauguración el ingeniero Diandino Peña, director general de la OPRET justificó su construcción, contradiciendo todas las evaluaciones, inclusive de las Naciones Unidas.

A menos de un año de servicio ha resultado todo un fiasco, la utilidad de la obra es insuficiente, menos de 20 mil personas por día y la gran mayoría de transeúntes prefiere aún los deficientes servicios de carros y guaguas. Constituyendo en una carga onerosa para el Estado Dominicano. Lamentablemente todo alrededor de este mamut citadino pasa por la duda, tal como señaló el ingeniero Osiris De León: “la OPRET siempre miente en las informaciones que brinda a la opinión pública”.

Cuando escuché a Carrasco, quien pasó de ser el humilde propietario de un taller de ebanistería a ser segundo de Obras Públicas y después del Metro, recordé la primera explicación sobre los apagones hace muchos años: “una chichigua (volantín) se enredó en un cable de alta tensión”. Nuestros políticos se siguen entusiasmando con sus acciones contra la nación dominicana, cada vez son menos confiables, no todo se resume en manipular a conveniencias de su propio sector, de confabularse para hacer fechorías mientras el pueblo se asfixia en calamidades y penurias.

Es hora de dejar de ser un país de ficción.

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