Los partidos políticos han recibido fuertes críticas por el proceso de reforma constitucional con que nos castigan a diario. Su reacción inmediata es gritar que "la" sociedad civil, que protesta y denuncia, (y propone) está poco menos que confabulada para tumbar el sistema democrático.Pero si se pararan a observar lo que ellos llaman "la" sociedad civil, verían que no hay tal unidad y que lo mismo protesta una asociación de empresarios que una facción del partido de izquierdas más "revolucionario" del espectro. Protestan feministas y machistas recalcitrantes, trabajadores y patronos, liberales y nacionalistas y por fin, jóvenes de esa generación por tanto tiempo tachada de pasiva. Eso es lo que no procesan todavía los políticos. Que algo ha cambiado en esta sociedad y que probablemente las protestas por la cementera de los Haitises (y antes por la Isla Artificial o el Metro) revelaban este hartazgo. Hay un punto en el que una sociedad se satura y la perversión de la cultura política está llegando a límites inaguantables, incluso para muchos de ellos. Después del pacto Miguel-Leonel, ya no es la oposición la que denuncia, es la ciudadanía. Los medios de comunicación recogen esta intranquilidad, no la generan ni la fomentan. Sin oposición no hay democracia. Y oposición es lo que hacen estos grupos de la llamada sociedad civil, tan disímiles en intereses e ideologías. La SC, como titulan los periódicos no es la Sociedad Civil, es la Sociedad Cabreada. IAizpun@diariolibre.com
martes, 13 de octubre de 2009
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