viernes, 23 de octubre de 2009

Del vino, la sangre y el tiempo



Hace mucho tiempo escuché que el vino era algo así como la menstruación de la uva. El secreto del vino es complicado; su tratamiento es largo y lleno de peligros. Por ello, algunos lo han elegido como uno de los más nobles y completos brebajes.Tengo recuerdos de cuando mi padre me llevara a unos campos donde había gente que recolectaba racimos de uvas y bailaba sobre ellos a pie descalzo. El jugo corría sobre el suelo como un río de sangre, fuerte y fecunda. Alrededor de esta ceremonia se reunían mis familiares, para asistir a la fiesta de la vendimia. Observaban todo con una especial concentración, como si en sus mentes estuvieran imaginando la metamorfosis de la uva en mosto, vino y algo más. El espíritu del vino, que siglos antes habría sido llamado a personificar la esencia misma del sacrificio de Cristo. Ahora bien, esta vivencia con la vendimia de la uva, puede haber sucedido una infinidad de veces antes, pues en realidad ya ha transcurrido una infinidad de tiempo para todas las cosas, ya no existirían nuevas posibilidades de eventos totalmente diferentes. Un gran pensador alemán planteaba que no hay variaciones hasta el infinito, eternamente nuevas, sino un círculo determinado de variaciones que se repiten y repiten. La actividad es eterna; el número de productos y sistemas de fuerza, finito. El mundo es la reliquia de innumerables seres vivos, y aunque lo actual es poco en comparación con el todo, ese todo ya vivió en otro tiempo y volverá a vivir (como parte de este mundo u otro). Si admitimos un tiempo eterno, anterior al pasado y posterior al futuro, tendremos que admitir un eterno movimiento de la materia. ¿Y los eventos que no son parte de la materia, que la anteceden o que sucederán después? Al haberse materializado, esa Fuerza volverá a repetirse una infinidad de veces.Es sabido que el mundo de las fuerzas no sufre merma alguna, pues de lo contrario, en un tiempo infinito éstas habrían ido disminuyendo hasta consumirse completamente. Por otra parte, el mundo de las fuerzas no encuentra reposo alguno, pues si así fuera ese descanso ya se habría producido y la existencia se habría extinguido. El ámbito de las fuerzas no tiene calma, la cantidad de fuerza y movimiento son siempre iguales en todo tiempo. Cualquier estado que este mundo y el universo(s) puedan alcanzar, lo habrán alcanzado ya un número infinito de veces, pues el tiempo es eterno y no puede destruirse.Así las cosas, aquel hermoso instante que tuve junto a mis antepasados presenciando la transformación de la uva en mosto, se habría dado también en otro tiempo y volverá a repetirse. Mi padre me tomará de la mano y me guiará una vez más, donde brillará nuevamente ese Sol radiante que alumbró mi vida. En algún instante futuro, todas las fuerzas serán distribuidas de igual manera a como entonces, y volverán a reiterarse después. Es cuestión de esperar, y de esperanza.
Jose Miguel Serrano / La Tercera (Chile)
Octubre 14.2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario