Partieron quizás llenas de esperanzas, pero no hubo pompas, ni siquiera un parte de prensa por la Federación Dominicana de Baloncesto (FEDOMBAL) y los diligentes personajes que están a cargo de las relaciones públicas. Solo un escueto correo electrónico, a modo de chanza, se recibió en los medios; el primero en hacer el comentario fue Mario Emilio Guerrero y no quise darle crédito. Recibí la misiva por vía e-mail y confirmé que las muchachas dominicanas habían partido para Brasil al Pre-Mundial Femenino para América.
Se aventuraron a tomar el avión. Sin lugar a dudas, los pasajes los remitió la entidad continental, no se solicitó a la Secretaria de Estado de Deportes, Educación Física y Recreación (SEDEFIR) dinero para dietas; tampoco se conoció de entrenamientos, del dirigente asignado, de delegados, del turismo deportivo a cuentas del Estado Dominicano por parte de las asociaciones del interior. Nada, no se supo nada. Como toda delegación nacional, eran jóvenes que venían de las mismas entrañas del pueblo dominicano. Durante el periplo el encargado de SEDEFIR no se hizo presente en el Mato Grosso, quizás porque supo que Inacio Lula Da Silva no asistiría y no podía añadir otra fotografía a su colección.
Allí las esperaba Cuiabá, “ciudad verde”, capital del estado brasileño, tierra del pantanal, la Villa Real del Buen Señor Jesús de Cuiabá, donde se religaron portugueses, españoles, negros e indígenas. Allí se festeja a San Benedicto y buena parte de la dieta es a base de pescados. Paisajes interminables recreados en una telenovela de bastante éxito en el país. Seguro no alcanzó el tiempo para comer María Isabel (carne seca con arroz), o carne seca con Moranga, o Farofa de Banana (harina de yuca tostada en manteca, mezclada con pedazos fritos de "banana da terra") o un ensopado cuiabano (pedazos de carne de res cocidos con yuca, papas y "banana da terra").
Pero alzaron a jugar, como si nada importara, a tratar de resolver una ecuación que no habían formulado. Eso hicieron las mauricianas Angee Castillo, Jennifer Estrella, Charlenny Frías y Melissa Santos. La incansable Andreina Paniagua y Frabel Feliz de Los Mina. La lazareña Marlem Cáceres. También Adalgisa Brito, Nicole Sánchez, Delisa Rivas, Gleni Peralta y Sugei Monsac de las Águilas de Guachupita.
Faltaron infinidad de cosas, pero no bastó con el orgullo. Repetidamente cayeron frente a Canadá, Brasil, Puerto Rico, Chile y Venezuela. En los primeros cuatro encuentros no se ganó un solo cuarto y pese al buen arranque por la disputa de la séptima posición las fuerzas ya se habían escapado.
Cada vez con el mismo uniforme azul, único en la maleta de cada jugadora, lavados de urgencia después de cada jornada, algunos húmedos ante de los encuentros. Allí en medio de la amazonía, con la llegada de la estación primaveral, causante de las alergias más frecuentes del año, también estábamos sin médico.
Ese baloncesto femenino que tantas glorias brindó a la nación en épocas pasadas, que tiene la fortaleza de exhibir a Teresa Durán como el mejor producto del baloncesto dominicano en toda sus historia, inclusive por encima de sus pares masculinos, está desierto, sin ayuda, dirigentes o un breve soporte económico; languidece, se extenúa ante la mirada impávida de todos. Pareciera que no hay objetivos, que nada importa. La “calidad” masculina no arrastra a su par femenil y cualquier aspiración luce una labor hercúlea.
Inclusive se conoció de una chica de origen norteamericano que estaría dispuesta a reforzar la selección, con experiencia profesional y casada con un dominicano, pero no hubo diligencias por lograr el pasaporte. Tengo serias dudas en relación si el caso fue conocido por las autoridades de la FEDOMBAL. Tampoco los representantes en Estados Unidos que de manera tan expedita muestran su ascendencia sobre jugadores conocidos hacen por reclutar a las chicas universitarias o colegiales de origen dominicano. ¿Trabajar? Nada me resulta extraño.
¿Qué del espíritu de sacrificio y trabajo de los hombres que estuvieron en Puerto Rico, solo por lo que podríamos llamar “pago a lealtades”? De esa amplia delegación en suelo borincano, la misma que necesitó de habitaciones oficiales en el Caribe Hilton, 38 aposentos en el Double Tree (alimentación incluida) y una casa arrendada en Carolina donde pernoctaba parte de la comitiva oficial, no apareció un hombre responsable para cargar con las damas en su viaje a una muerte casi segura. Es la misma historia de Cancún, hace un año, donde el ingeniero Herasme se jactó ante la amplia delegación dominicana: “está todo el que tiene que estar”… el turismo deportivo llegó a más de 90 personas.
Es así alegremente como se despilfarra el dinero del Estado Dominicano. Todo el mundo alrededor de FEDOMBAL está manchado por el pecado, tristemente. Allí no hay pudor que se salve, pero tampoco honorabilidad, castidad, decoro, decencia, honestidad. Así como se escucha y se lee, no hay honra que se salve, por severo y cruel que parezca la afirmación.
Una pregunta tonta: ¿por qué el presidente de la Asociación de Baloncesto de La Vega no fue invitado a Puerto Rico?... es el mismo que no pudo asistir a la asamblea eleccionaria de diciembre pasado porque su torneo finalizó el día anterior y estaba excusado. ¿Retaliación?, ¿venganza?, ¿represalia?, ¿revancha?, ¿desquite?, ¿escarmiento?, ¿castigo?
Lo que no hay que dudar es que el corazón de la patria acompañó a estas valientes dominicanas hasta lo profundo de la selva del Amazonas. Sabíamos que ese oro, ni ese podio, venían para esta isla del Caribe. Ha quedado demostrado que para la FEDOMBAL y la Secretaria de Estado de Deportes hay trato disímiles para las diferentes delegaciones que salen del país. Ese mismo corazón que llora cuando por ejemplo se gasta más de 1 millón de pesos, en un solo día, en propaganda para anunciar las hazañas de Marcos Díaz en su “nado de ultra distancia”… proezas que no conducen a ningún lado.
Ellas que si cruzaron mares, ríos y montañas serán también heroínas olímpicas, por siempre el corazón de cada dominicano estará con ellas, hicieron más grande la patria y sin quererlo, libres de toda culpa, más pequeño el baloncesto. FEDOMBAL se derrota a si misma en cada ocasión.
El ingeniero Herasme sabe que tendrá que rendir cuentas, más de uno se las pedirá. Tendrá que lavar su ropa con más detergente del necesario, pero no acaba de aprender que para vencer el mal tiene que hacer el bien y ese hecho su corazón jamás lo aceptará.
Por eso… ¡que se vaya ya!
Se aventuraron a tomar el avión. Sin lugar a dudas, los pasajes los remitió la entidad continental, no se solicitó a la Secretaria de Estado de Deportes, Educación Física y Recreación (SEDEFIR) dinero para dietas; tampoco se conoció de entrenamientos, del dirigente asignado, de delegados, del turismo deportivo a cuentas del Estado Dominicano por parte de las asociaciones del interior. Nada, no se supo nada. Como toda delegación nacional, eran jóvenes que venían de las mismas entrañas del pueblo dominicano. Durante el periplo el encargado de SEDEFIR no se hizo presente en el Mato Grosso, quizás porque supo que Inacio Lula Da Silva no asistiría y no podía añadir otra fotografía a su colección.
Allí las esperaba Cuiabá, “ciudad verde”, capital del estado brasileño, tierra del pantanal, la Villa Real del Buen Señor Jesús de Cuiabá, donde se religaron portugueses, españoles, negros e indígenas. Allí se festeja a San Benedicto y buena parte de la dieta es a base de pescados. Paisajes interminables recreados en una telenovela de bastante éxito en el país. Seguro no alcanzó el tiempo para comer María Isabel (carne seca con arroz), o carne seca con Moranga, o Farofa de Banana (harina de yuca tostada en manteca, mezclada con pedazos fritos de "banana da terra") o un ensopado cuiabano (pedazos de carne de res cocidos con yuca, papas y "banana da terra").
Pero alzaron a jugar, como si nada importara, a tratar de resolver una ecuación que no habían formulado. Eso hicieron las mauricianas Angee Castillo, Jennifer Estrella, Charlenny Frías y Melissa Santos. La incansable Andreina Paniagua y Frabel Feliz de Los Mina. La lazareña Marlem Cáceres. También Adalgisa Brito, Nicole Sánchez, Delisa Rivas, Gleni Peralta y Sugei Monsac de las Águilas de Guachupita.
Faltaron infinidad de cosas, pero no bastó con el orgullo. Repetidamente cayeron frente a Canadá, Brasil, Puerto Rico, Chile y Venezuela. En los primeros cuatro encuentros no se ganó un solo cuarto y pese al buen arranque por la disputa de la séptima posición las fuerzas ya se habían escapado.
Cada vez con el mismo uniforme azul, único en la maleta de cada jugadora, lavados de urgencia después de cada jornada, algunos húmedos ante de los encuentros. Allí en medio de la amazonía, con la llegada de la estación primaveral, causante de las alergias más frecuentes del año, también estábamos sin médico.
Ese baloncesto femenino que tantas glorias brindó a la nación en épocas pasadas, que tiene la fortaleza de exhibir a Teresa Durán como el mejor producto del baloncesto dominicano en toda sus historia, inclusive por encima de sus pares masculinos, está desierto, sin ayuda, dirigentes o un breve soporte económico; languidece, se extenúa ante la mirada impávida de todos. Pareciera que no hay objetivos, que nada importa. La “calidad” masculina no arrastra a su par femenil y cualquier aspiración luce una labor hercúlea.
Inclusive se conoció de una chica de origen norteamericano que estaría dispuesta a reforzar la selección, con experiencia profesional y casada con un dominicano, pero no hubo diligencias por lograr el pasaporte. Tengo serias dudas en relación si el caso fue conocido por las autoridades de la FEDOMBAL. Tampoco los representantes en Estados Unidos que de manera tan expedita muestran su ascendencia sobre jugadores conocidos hacen por reclutar a las chicas universitarias o colegiales de origen dominicano. ¿Trabajar? Nada me resulta extraño.
¿Qué del espíritu de sacrificio y trabajo de los hombres que estuvieron en Puerto Rico, solo por lo que podríamos llamar “pago a lealtades”? De esa amplia delegación en suelo borincano, la misma que necesitó de habitaciones oficiales en el Caribe Hilton, 38 aposentos en el Double Tree (alimentación incluida) y una casa arrendada en Carolina donde pernoctaba parte de la comitiva oficial, no apareció un hombre responsable para cargar con las damas en su viaje a una muerte casi segura. Es la misma historia de Cancún, hace un año, donde el ingeniero Herasme se jactó ante la amplia delegación dominicana: “está todo el que tiene que estar”… el turismo deportivo llegó a más de 90 personas.
Es así alegremente como se despilfarra el dinero del Estado Dominicano. Todo el mundo alrededor de FEDOMBAL está manchado por el pecado, tristemente. Allí no hay pudor que se salve, pero tampoco honorabilidad, castidad, decoro, decencia, honestidad. Así como se escucha y se lee, no hay honra que se salve, por severo y cruel que parezca la afirmación.
Una pregunta tonta: ¿por qué el presidente de la Asociación de Baloncesto de La Vega no fue invitado a Puerto Rico?... es el mismo que no pudo asistir a la asamblea eleccionaria de diciembre pasado porque su torneo finalizó el día anterior y estaba excusado. ¿Retaliación?, ¿venganza?, ¿represalia?, ¿revancha?, ¿desquite?, ¿escarmiento?, ¿castigo?
Lo que no hay que dudar es que el corazón de la patria acompañó a estas valientes dominicanas hasta lo profundo de la selva del Amazonas. Sabíamos que ese oro, ni ese podio, venían para esta isla del Caribe. Ha quedado demostrado que para la FEDOMBAL y la Secretaria de Estado de Deportes hay trato disímiles para las diferentes delegaciones que salen del país. Ese mismo corazón que llora cuando por ejemplo se gasta más de 1 millón de pesos, en un solo día, en propaganda para anunciar las hazañas de Marcos Díaz en su “nado de ultra distancia”… proezas que no conducen a ningún lado.
Ellas que si cruzaron mares, ríos y montañas serán también heroínas olímpicas, por siempre el corazón de cada dominicano estará con ellas, hicieron más grande la patria y sin quererlo, libres de toda culpa, más pequeño el baloncesto. FEDOMBAL se derrota a si misma en cada ocasión.
El ingeniero Herasme sabe que tendrá que rendir cuentas, más de uno se las pedirá. Tendrá que lavar su ropa con más detergente del necesario, pero no acaba de aprender que para vencer el mal tiene que hacer el bien y ese hecho su corazón jamás lo aceptará.
Por eso… ¡que se vaya ya!
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