Encontré esta nota de Paula Schmidt (Oct.24.2009) en La Tercera, diario chileno y me pareció fabulosa. El próximo 13 de diciembre será nueva fiesta para la democracia en el flaco y largo país sudamericano y ninguna mejor ocasión para conocer, de manera simpática, los candidatos.
Un año electoral siempre es intenso. Copa la agenda de los medios, por lo que se aumenta el interés de la población sobre ciertos personajes de la contingencia política, pero especialmente sobre los presidenciables.
El vaivén público de este 2009 ha sido interesante. Sobre todo por los cambios que se han ido gestando durante las distintas etapas de la principal carrera política. La irrupción de ME-O, las tácticas inusualmente provocadoras de Frei, la imperturbabilidad de Arrate para querer resucitar una ideología añosa y la desaceleración de un Piñera, cuya locomotora está hoy más lejos que cerca en la conformación de su discurso.
Según el filósofo y político del siglo V a.C., Marco Tulio Cicerón, “Los hombres son como los vinos: el tiempo agria los malos y mejora los buenos”, por lo que, en un país como el nuestro, competente en el rubro vitivinícola y cuya producción asciende los 250 millones de litros al año, los 8.285.186 de electores estarán a cargo de un veredicto el cual, es de esperar, no traiga consigo el desagradable acerbo de un vino ácido, una vez concluida la carrera presidencial.
Chile ha realizado importantes esfuerzos por internacionalizar sus vinos. “Nos gusta el vino” (entona el temucano, Tito Fernández), así como también nos atrae desglosar el qué hacer y el cómo de nuestros personajes públicos. El buen vino, al igual que la preferencia por una política sabrosa, es parte del paladar chileno. Por qué no, entonces, asimilar a qué cepa se asemejan los tres candidatos principales a la presidencia.
Para dicho ejercicio, recurrí a la experiencia de Ramón Freixa (http://www.catabuenvino.tk/), periodista gastronómico y gourmet cuyos conocimientos, y sensibilidad sensorial, lo han llevado a recorrer el mundo dictando cursos de cata y maridaje.
Las tres cepas escogidas fueron: Carmenere, Tannat y Cabernet Sauvignon.
Carmenere para el ex Presidente Eduardo Frei, porque, al igual como sucedió con dicha variedad (extinta de su natal Burdeos, Francia), reapareció una vez que no se le confundió más con otra cepa: el Merlot. Frei desea volver a ser Presidente, pero ha regresado como candidato a la presidencia enfrascado en una estrategia lejana a lo que él fue y ha representado como figura principal en la coalición gobernante, durante los últimos 20 años. La estrategia de su campaña ha perdido vuelo. Sin embargo, el Carmenere triunfó tras ser reconocida por lo que era y no por lo que se pensaba que podía ser.
Sebastián Piñera es Cabernet Sauvignon. Hombre de conocida trayectoria y que, al igual que el Cabernet, no necesita mayores introducciones. Se adapta fácilmente en diversas áreas y posee identidad propia.
Por último, Marco Enriquez (sin H) – Ominami es Tannat. Una variedad muy de moda, producida principalmente en Uruguay, pero actualmente muy apetecida por los viñateros chilenos. No se sabe si aportará el ensamblaje que los enólogos esperan de ella. Extiende grandes expectativas, pero es aún toda una sorpresa.
Según el World Advertising Research Center (http://www.warc.com/), el consumidor chileno es desordenado, moderado para tomar, pero con tendencia a experimentar y altamente influenciado por lo que escriben los expertos acerca de vinos. En política ¿se podría afirmar que seguimos la misma tendencia?
Un buen vino favorece a la convivencia. Es así, también, como hay vinos para cada ocasión. ¿Al día siguiente de las elecciones los chilenos despertarán con “la mona”? Ya que, al igual como sucede con el vino, es fácil tentarse sólo por una linda etiqueta.
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