Si saliera a cualquier esquina de Santo Domingo y preguntara como se llama el secretario de Cristina Fernández, la Presidente de la República Argentina, nadie acertaría. El caballero responde al nombre de Fabián Gutiérrez y su fortuna ha crecido un 765 por ciento en sólo 6 años. También trabajó para Néstor Kichner.
No se si alguna vez el señor Gutiérrez nos visitará o si ya estuvo en alguna de nuestras paradisíacas playas. Me gustaría conocerlo para enrostrarle que es “un niño de teta”.
En la República Dominicana hay patrimonios que se reproducen exponencialmente y nadie es capaz de alzar un solo dedo para señalarlos. Poquísimos tienen antecedentes de trabajos o herencia alguna recibida, algunos han llegado desde la extrema escasez. Coincidencialmente todos son políticos. Los hay en demasía de los tres partidos que nos han gobernado desde 1966. Balaguer dijo que creó “300 nuevos millonarios” y que la corrupción no alcanzaba su despacho. El pudrimiento fue tanto en la década de los 80, con un PRD gobernante, que el PLD sacó “el álbum de la corrupción”. Estos últimos se quitaron la venta y resultaron ser iguales depredadores que sus antecesores, pese a que uno de la pandilla dijo: “el país se divide en corruptos y peledeístas”.
La evolución patrimonial apresurada, sin bases sólidas, es un secreto a voces, pero todos se hacen partícipes y solo han aprendido a esquilar la nación dominicana.
Existe la percepción que se ha tejido una estructura de cooptación del aparato gubernamental, por funcionarios, que lían lo público con lo privado. Se manipulan licitaciones, se limitan los concesionarios de servicios, se excluyen posibilidades, se otorgan subsidios desvergonzados a gente sin escrúpulos, que forman compañías al vapor y se incumple con los términos… en el último de los casos: “yo soy el Presidente de la República”, todo esto ante la contemplación pasiva, indiferente e insensible de un estado bienhechor.
martes, 6 de octubre de 2009
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