Carlos Morales Troncoso se juramentó como presidente del Partido Reformista Social Cristiano (Oct.07.2009), la herencia de Joaquín Balaguer para que los “compatriotas” trataran de mantenerse, en lo posible, disfrutando de las miles del poder. No hay que negar que fue el propio Elito que le abrió las puertas del Palacio Nacional a Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Lo prefirió por encima de uno de los suyos, Jacinto Peynado Garrigosa.
Nada busca Morales Troncoso, actual Canciller de la República, manejando las huestes coloradas. Esa institución murió con Balaguer y no hay un Cristo en el horizonte para resucitar a Lázaro. De esa otrora poderosa maquinaria electoral no queda nada, ya no es lo que “diga Balaguer”, ahora es “lo que diga Leonel”, aunque no hay un Mota Ruiz para dar la cara de manera tan desvergonzada. Así se pagan “favores”, llegan “componendas” y se hacen “negociaciones”.
En las últimas elecciones generales los reformistas no llegaron al 5 por ciento; perdieron su reconocimiento ante la Junta Central Electoral, pero como todo en este país tiene su vuelta, se mantienen en la tómbola. Tampoco Morales Troncoso cuenta con las simpatías necesarias para provocar un apoyo masivo a menos de tres años de las venideras elecciones, ni con la juventud para realizar un trabajo a largo plazo.
Los colorados deberían hacer un acto de contrición, despojarse de sus mascaras y terminar de hacer su transfuguismo. Borrar todo vestigio de lo que fue el Partido Reformista y desaparecer de la faz de la tierra. Existe la percepción que Alejandra Izquierdo, Héctor Rodríguez Pimentel, Arístides Fernández Zucco, Prim Pujals, Amable Aristy Castro, Ramón Rogelio Genao, Rafaela Alburquerque y tantísimos más están ahí sólo para “agenciarse lo suyo”.
Una propuesta final: los locales de Santo Domingo en la avenida Tiradentes esquina San Cristóbal y de Santiago en la calle 30 de Marzo (al lado del Cementerio Municipal) donarlos a una institución como Fe y Alegría para que operen escuelas de formación, con vocación cristiana, para que efectivamente pueda surgir una generación basada en el hecho de sin injusticias ni privilegios.
Nada busca Morales Troncoso, actual Canciller de la República, manejando las huestes coloradas. Esa institución murió con Balaguer y no hay un Cristo en el horizonte para resucitar a Lázaro. De esa otrora poderosa maquinaria electoral no queda nada, ya no es lo que “diga Balaguer”, ahora es “lo que diga Leonel”, aunque no hay un Mota Ruiz para dar la cara de manera tan desvergonzada. Así se pagan “favores”, llegan “componendas” y se hacen “negociaciones”.
En las últimas elecciones generales los reformistas no llegaron al 5 por ciento; perdieron su reconocimiento ante la Junta Central Electoral, pero como todo en este país tiene su vuelta, se mantienen en la tómbola. Tampoco Morales Troncoso cuenta con las simpatías necesarias para provocar un apoyo masivo a menos de tres años de las venideras elecciones, ni con la juventud para realizar un trabajo a largo plazo.
Los colorados deberían hacer un acto de contrición, despojarse de sus mascaras y terminar de hacer su transfuguismo. Borrar todo vestigio de lo que fue el Partido Reformista y desaparecer de la faz de la tierra. Existe la percepción que Alejandra Izquierdo, Héctor Rodríguez Pimentel, Arístides Fernández Zucco, Prim Pujals, Amable Aristy Castro, Ramón Rogelio Genao, Rafaela Alburquerque y tantísimos más están ahí sólo para “agenciarse lo suyo”.
Una propuesta final: los locales de Santo Domingo en la avenida Tiradentes esquina San Cristóbal y de Santiago en la calle 30 de Marzo (al lado del Cementerio Municipal) donarlos a una institución como Fe y Alegría para que operen escuelas de formación, con vocación cristiana, para que efectivamente pueda surgir una generación basada en el hecho de sin injusticias ni privilegios.
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