domingo, 4 de octubre de 2009

Carta a Mercedes Sosa





Quizás me pedirás que no te reclame, “no me reclame, niño, si lo abandono”… “no me reclame si me demoro”… se que si duermo mi sueño velaras y cubrirás mi alma con una cobija y quizás le dirás al sol del domingo: “pégale fuerte, que saldré con mi niño a juntar caricias”.

Me queda preguntarte ¿por qué decidiste irte?... ¿para cantar en los cielos?... ¿para que jamás te olvidemos?... ¿para esperarnos a la diestra de aquel que tiene tantos nombres, pero que es uno?... ¿por qué?... ¿por qué?... no me diras que fuiste a cantarle a la luna tucumana junto a Yupanqui, a reunirte con los que partieron antes… llegaste dos semanas después que Gardel se había ido, en el 35, y como bien dijiste una vez: “Dios dijo, ¿si no está el Morocho por que no la Negra?”… ¿qué nos queda por delante?

Me quedará tu voz y tu fantasma cuando me empiece a quedar sólo. Trataré de que otros fantasmas también estén conmigo, tendré los ojos muy lejos y en el pecho un hueco. La sala vacía, un libro que muere de pena, la bailarina de Yoryi Morel que se destruye y unas caridades ajenas. El televisor se hace caduco, el computador pretende serme útil, una radio que chilla, todas electricas compañías y una prisión que se hace mía. Diarios apilados y una flor de plástico que cuida mi pasado. Un rumor de voces, pero no espero un solo aplauso. La cama inmóvil, sabanas aún revueltas, pero la soledad se hace más grande.

No te pertenecías para irte, no eras propiamente de ti ni de tu familia, tú y tu voz se convirtieron en pertenencia de todos, en el canto indisoluble, porque jamás entregaste principios ni lealtades. Fuiste la banda sonora de nuestra juventud, junto a otros tantos, cuando despertábamos a la vida, en naciones convulsas, buscando un horizonte que aun perseguimos. Quizás me podrás decir que ahora vivirás más adentro de nosotros, los que te hemos seguidos y también en los que hoy aprenderán a quererte; te convertiste hace mucho tiempo en mito, quimera, leyenda, inmortal… seguro más de uno te cantará, todos te cantaremos y le daremos gracias a la vida porque estuviste entre nosotros, si esa que nos ha dado tantísimo, solo tu voz era pedir en demasía, pero también tu partida nos quitará un buen mendrugo.

Éramos levadura para un pan que salía del horno con mucha sabrosura, de una juventud progresista que aún no ha claudicado, unos se habrán resignado, pero muchos seguimos en pie. Cada día esperamos que salga la luna en Tucumán, Leticia, Chiapas, Pedernales, Holguín, Barquisimeto, en cada rincón de nuestra América para seguir cantando, cantando.

Este domingo en este lado del mundo hierven las calles de tanto calor, las palomas podrían caer asadas a nuestros pies y las noticias que llegan no son halagüeñas; seguro más de uno estará haciendo sus trampas. En este Caribe que nos vence con sus temperaturas y su humedad, te pensamos y nos gustaría que continuaras luchando desde allá, desde ese otro mundo para que en todos nuestros países exista menos inequidad, menos exclusión, mejor distribución y por supuesto más educación y más cultura. En Buenos Aires supongo, la cosa estará más fresca, los chicuelos ya empiezan a planificar las vacaciones de verano, pero la nación no deja de estar convulsa.

Siempre nos dijiste que éramos más que cosas humanas, supimos desde siempre que somos viento de América, playa, río, Atlántico, Pacífico, Caribe, Andes, Amazonas, Magdalena, Orinoco, cielo, Aconcagua, diaguitas, miskitos, mayas, incas, guaranies, mapuches, yanomamis, un montón de cosas que nos diferencias de otras tierras, pero iguales en el corazón.

Después de tu fallecimiento como que toda Argentina se paralizó. Clarín, por ejemplo, pasó más de 4 horas sin subir ninguna otra noticia a su página que se actualiza varias veces al día.

Quizás fuiste a encontrarte con tu Alfonsina, buscando esa huella que el mar ha lamido miles de veces por el sendero de penas que se ahoga en aguas recónditas. Quizás apetecías saber que angustia acompañó a la Storni, pero estoy seguro que no fuiste a buscar las canciones de las caracolas en el fondo obscuro del mar.

Quizás no te callaste, pero has silenciado nuestras vidas, sólo por unas horas, dudo que para siempre, porque nos enseñaste que la vida misma es todo un canto y fuiste un ejemplo de ello. No morirán de espanto la esperanza ni la luz, tampoco las alegrías. No quedarán solos los humildes gorriones de los diarios, los que aún son obreros del puerto; se que se levantarán voces en las tribunas porque aún no es el momento de perdonar tantas injusticias. Hay quienes andan con mantas y oropel, hay quienes han convertido nuestras naciones en islas de exquisiteces, como si viviéramos en Suiza en esta América, mulata que se despierta cada día buscando un mejor porvenir pese a sus ratas de alcantarilla.

Te recordaré mirando la espuma del río, trataré de que el olvido ande lejos. Me sentaré bajo un sauce, que sólo el sabrá lo que te he querido y después tanto el sauce como yo quedaremos pensativos.

Ayer supimos que los familiares de los caídos en Malvinas y que están enterrados en Darwin pudieron visitar sus tumbas. Hace ya 27 años y fueron 695 de los nuestros que murieron. Recuerda que ese fue el puntillazo para la caída de la dictadura y tu regreso de nuevo a la Argentina. Paradójicamente el administrador británico de las islas es apellido Martínez, pero también pudo ser Pérez, Duarte, Allende, García o Rodríguez. El tiempo parece borrar todas las heridas, pero también nos gustaría pensar que las palabras de Cristinita no solo fueron de buena crianza: “de los derechos irrenunciables, inclaudicables y legítimos que tiene el país sobre el archipiélago".

Seremos siempre, contigo y otros pocos como cinta melódica, esa nación que busca el camino a la libertad, la que algunas veces se nos torna escurridiza, cuando la realidad prefiere mirar a otro lado. Selvas, pampas, desiertos, ríos, lagunas, montes, mares, playas. Norte, sur, este, oeste. Chuquicamata, Tambogrande, El Teniente. Seremos siempre ese país que pocos saben y todos anhelan.

Negra la de imponente voz, de mágica interpretación, de profundidad y belleza vocal, que construiste una notable trayectoria desde tu garganta privilegiada, enalteciste el repertorio folclórico que paseaste por todo el mundo, hasta asentarte como una de las expresiones más conocidas de todo el planeta. Afortunadamente para muchos de nosotros siempre nos acompañarás a través de tu música.

Recuerdo que cada vez que quisieron matarte, resucitabas, porque aquel puñal te acuchillaba tan mal que podías seguir cantando. Muchas veces quisieron borrarte, otras desearon desaparecerte, pero como la cigarra sobreviviste; si la cigarra, a la que mencionaste, que sabía pasar un año bajo la tierra para después volver a cantar al sol. Aprendiste que no fueron ni una ni dos las veces, por eso seguiste cantando, llenando nuestras vidas de esa energía vital que nos acompañará siempre.

Mutaste en ídolo, en genio y figura, tu voz agreste será ahora un amplio símbolo ideológico, un emblema de cierta idea de lucha y resistencia. Cuando importaste la Nueva Trova cubana, abrazaste e incursionaste en nuevos tiempos y enamoraste así a una clase media urbana sensibilizada políticamente. El tiempo pasó y fuiste de proyectos audaces. Nunca descuidaste la calidad. Cada disco tuyo y en especial los duetos no dejan de ser un peldaño coherente con tu pasado. Si bien el mercado cambió, los códigos dieron la vuelta, como me decía Maridalia Hernández, y la fusión tornó en regla; esos duetos que nos regalaste terminaron en una fórmula tan desplegada como la de los discos tributo, es parte de la condición natural de tu permanente comunicación con los colegas. Tus últimas producciones sorprendieron confirmando tu carácter artístico clásico y universal.

Pediré si que el futuro no me sea indiferente, hay que acabar con ese monstruo enorme, que pisa fuerte toda la pobre inocencia de los demás.

El cenotafio de Gardel es lugar de peregrinaje, pero ninguno de nosotros estamos preparados para visitar el tuyo. No erró Charly García cuando expuso: “ella fue en su momento la mejor voz argentina. Es casi una estrella de rock". Negra serás siempre un verdadero símbolo de lucha y libertad.

No me alcanza el alma para sacar todo afuera; en el sur es primavera y como cantabas, nadie quiere que adentro algo se muera… mirándote a los ojos me gustaría sacar todo lo que se pudiera para que dentro de todos nosotros nazcan cosas nuevas.

Tu voz siempre romperá las tardes, pero seguiremos creciendo en el sol…

En algún lugar, en algún tiempo volveremos a coincidir.

2 comentarios:

  1. Riqueza en contenido , en sentimientos y en expresión litararia . Me acerco para dar yo también las gracias a Mercedes .

    ResponderEliminar
  2. Mercedes la de voz de mieles...se fue a otro lugar.

    Doy las gracias por sus canciones...por ser ella la mejor voz

    ResponderEliminar